El poder desodorizante del ozono es el más energético de los conocidos hasta ahora, destruyendo toda contaminación olfativa sea cual sea su procedencia.
En el caso de incendios, antiguamente la combustión solía ser de naturaleza vegetal y podía ser eliminada incluso por procedimientos de ventilación.
Actualmente la combustión es de naturaleza sintética por lo que la única forma de poder ser eliminado es con tratamiento de choque con ozono.
Comparaciones realizadas no solo en laboratorios, sino en campo real, determinan que las combustiones sintéticas no pueden ser eliminadas ni tan solo con productos probióticos o de descomposición bioquímica y que la única forma de destrucción radical, no solo de los olores, sino de los volátiles y demás elementos que configuran la alteración olfativa, son radicalmente neutralizados por la acción del ozono.
También actúa el ozono destruyendo todo tipo de contaminación de procedencia orgánica, como son, los olores de humedad, tabaco, cocinas, basuras, cloacas, etc.
Hay que tener en cuenta que el ozono, además de neutralizar todos los olores, en concentraciones adecuadas tiene un poder desinfectante del 99.997.
La forma altamente reactiva del ozono, constituye el medio más eficaz y seguro para la desinfección y desodorización.
El ozono O3, se forma por la unión de una molécula de oxígeno con un átomo libre de oxígeno. Los átomos libres y consecuentemente el ozono, son el resultado de las moléculas de oxígeno consiguiéndose el alto poder desodorizante e higienizante comentado.
La OMS recomienda seguir el siguiente protocolo en la eliminación de olores por combustión, primero, ozonización de choque en concentraciones adecuadas para eliminar los volátiles y los olores producidos por el incendio con el fin de preparar el recinto para la intervención humana sin riesgo. Segundo, desescombro y limpieza general del recinto y tercero, ozonización de choque para eliminar los volátiles y olores que puedan haberse producido al remover los materiales afectados por el incendio.